Mirando atrás. ¿Quien es el pirata?
Del punk pasó al rock clásico. Luego a la televisión y a la lucha contra la piratería con
Corrían los años setenta. El batería, el bajo y el guitarra de una banda de barrio pusieron un anuncio en un periódico. Pedían "un cantante para un grupo de Vallecas: no importa que sea muy bueno pero que se lo monte bien en el escenario". En el local de ensayos apareció un chaval de rasgos afilados y peso pluma. Se llamaba José Ramón Márquez Martínez (1955) y el grupo los "W.C?", aunque pronto el conjunto pasó a ser conocido por "Ramoncín y los W.C?" y luego Ramoncín a secas, sin grupo.
Por el camino, José Ramón se autoproclamó avanzadilla de la subversión posfranquista, se creó un icono de outsider, bebió de las mieles del punk y cantó hits como "cómete una paraguaya", "marica de terciopelo" o "soy el rey del pollo frito" (que muy a su pesar le daría su apodo, aunque estuviese hablando de un alto cargo de una discográfica). A Ramoncín le pasó todo eso de golpe. También la juventud al límite y un rombo de maquillaje indeleble en el ojo derecho.
Ya se lo resumió entonces a
Al cabo de un tiempo, y quizás desde que admitió que "litros de alcohol corrían por mis venas, mujer", los escenarios dejaron de saber igual y comenzó a barajar la posibilidad de hacer de la reinvención un nuevo arte. Consciente de que pocas vidas sobreviven dignamente a un rewind, más aún si te han puesto mucho los extremos, comenzó la mutación: de lo que él llamaba punk pasó al rock clásico y de ahí a los polos y a presentar el programa de televisión Limbo. Cinco años le duró aquel juego de ingenio y suerte.
Cuando la audiencia dijo basta, él volvió a virar y se convirtió a la religión tertuliana, primero en 'Moros y Cristianos', 'Furor' y más tarde en 'Crónicas Marcianas'. Junto a Sardá se ganó fama de buena dicción, mejor retórica y tendencia, siempre, libertaria.
Otro de sus frentes abiertos por el que se ha ganado muchas críticas ha sido la lucha contra la piratería musical. Ramoncín comenzó el siglo dándole duro a la parte corporativa como 'cabeza de cartel' de
En la actualidad, y ya en un segundo plano de
Un poquito de SGAE